De momento, lo peor es hacer la mudanza, sobre todo, porque no nos han concedido vacaciones en el trabajo. Nos las pagarán en el "finiquito", pero hubiéramos preferido tener el tiempo mucho más que el dinero. Como consecuencia, tenemos que buscar nuevas fechas para ver a la familia y los amigos, y estamos sufriendo un aumento espectacular en la presión emocional que soportamos. La casa se ha convertido en un auténtico campo de batalla: cajas, bolsas, ropa, juguetes, libros,...
En fin, estamos seguros que sobreviviremos, pero estos tiempos junto con el desgaste físico y emocional se quedarán grabados en nuestra memoria.
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